Actualizado: 18 jun 2020
Yule era la celebración de año nuevo de los antiguos pueblos nórdicos. Se celebraba durante 12 noches. Yule es asociado al solsticio de invierno (y en el hemisferio norte también coincide con el fin de año). Yule significaba el fin de los tiempos oscuros y el comienzo de la luz. Los días (horas sol), a partir del solsticio de verano, se van haciendo más cortos (tiempo de oscuridad). Cuando llega el Yule, quiere decir que los días comenzarán a ser más largos (tiempo de luz), hasta llegar nuevamente al solsticio verano.
Yule viene del antiguo Inglés “ġéol o ġéola”. Se refería a la festividad y luego al mes de Yule. “ǽrra ġéola” se refiere al tiempo antes de Yule (el mes de diciembre, aunque desde mediado de noviembre ya se celebraba) y “æftera ġéola” al tiempo después de Yule (el mes de enero). (Ya que hablamos en un contexto Inglés, es decir, en el norte del globo, estas fechas están referidas al hemisferio norte del planeta. Para el hemisferio sur, “ǽrra ġéola” es el mes de junio y “æftera ġéola” es el mes de julio).
El Yule también está relacionado con la Navidad moderna. El cristianismo, para hacer que los “paganos” adoptaran con más facilidad la religión que se les estaba imponiendo, decidieron que era mejor no cambiar las fechas, sino que cambiar los significados de las cosas, y así con el tiempo, crear una nueva festividad; pero siempre conservaría, bien visibles, las raíces germánicas. El tiempo de luz que comenzaba se asoció al nacimiento Jesús, y de esa manera, sin shocks o sobresaltos, con las mismas fechas, les fue más fluido cambiar de religión. En el contexto nórdico, pre-cristiano, a Odín se le conocía como el “Padre del Yule”, se adaptadó llegando hasta nosotros con otro rostro como lo es Santa claus/papá Noel. Constituía sobre todo una fiesta de la familia y estuvo siempre dedicada a la fertilidad, a los solsticios y a la comunidad. Era una festividad donde también se recordaba a los ancestros, los amigos ausentes, y la mesa donde se celebraba la fiesta se preparaba con esplendor y magnificencia, ante la tumba de los parientes fallecidos y priorizando la hospitalidad hacia los forasteros.
Rituales y tradiciones relacionados con Yule

Tronco de Yule
Era la tradición de encender el leño de Yule, un gran tronco que debía arder toda la noche. Espantaba a los malos espíritus, alumbraba toda la velada de reunión y las cenizas se esparcían por los campos bajo la creencia de que así se harían fértiles y darían buenas cosechas para el año siguiente. Era tradición saltar sobre sus llamas para tener suerte y purificación.
Se guardaba un trozo de tronco durante todo el año y el leño del año siguiente debe encenderse con una astilla del leño del año anterior, esto trae suerte y protección.
Hoy en día es un dulce con forma de tronco, un pionono recubierto con chocolate.

Cabra de Yule
Es uno de los símbolos escandinavos de Yule por excelencia que hoy en día consiste en decorar las casas con monigotes de cabras hechas de paja trenzada pero sus orígenes se remontan a época pagana. El macho cabrío solía ser el animal que llevaba las ofrendas para los sacrificios y que en muchas ocasiones se sustituía por dos hombres ataviados con las pieles del animal y una cornamenta. Parece ser que con el tiempo, disfrazarse así se convirtió en una tradición que consistía en pasearse por el pueblo para hacer reír y dar sustos a la gente. Sin embargo, en sus orígenes más primitivos esta tradición debió estar ligada al dios Thor, un dios que muchos sólo asocian a la guerra o a las batallas, pero que también era el dios protector de los hombres, con influencia en el clima, las cosechas, la protección o la justicia. Thor viajaba en un carro tirado por dos machos cabríos mágicos llamados Tanngrisnir y Tanngjóstr que tenían la peculiaridad de que Thor podía cocinarlos para alimentarse y luego revivirlos cubriendo los huesos con la piel y utilizando el poder regenerador de su martillo. En el siglo XIX la cabra se convirtió en la portadora de los regalos en Escandinavia – probablemente como reminiscencia de aquella cabra que habría portado las ofrendas – y con el tiempo acabó derivando en las figuras de San Nicolás, Papá Noel o Santa Claus, que en los países nórdicos se llama Jultomten, Julenisse o Joulupukki.

Yule boar
O jamón de Yule. Era una tradición ancestral de los pueblos nórdico-germánicos, como hemos visto, ofrecer un blót (un sacrificio) a Frey, el dios de la cosecha y la fertilidad, para luego celebrar un gran banquete. Ello ha llegado hasta el día de hoy como el típico jamón de Navidad. Una cosa realmente curiosa es cómo la Iglesia lo adaptó también y lo convirtió en una prueba de auténtica conversión y fe para los judíos; los marranos – los judíoconversos o los criptojudíos, como se llamó a los judíos que se habían convertido pero seguían practicando sus rituales – lo habrían rechazado, en cambio, los conversos o nuevos cristianos lo habrían comido.

El árbol de Yule
Se colocaba un árbol perenne en la casa – posiblemente un abeto – que repre