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Caballeros Medievales y Segmentos Sociales de Actividad Militar en la Edad Media

“Vale más morir que sobrevivir vencido” decía el fiero Bertrand de Born, porque la derrota consagraba la dependencia y era testimonio de inferioridad.





Caballeros medievales

El surgimiento de un segmento social dedicado exclusivamente a las actividades militares y al control de la tierra se remonta a la Alta Edad Media (Siglos IX-XI). Los orígenes de la caballería van unidos a la existencia en las comunidades aldeanas de un grupo minoritario y diferenciado del resto del campesinado por su poder económico. La compra y mantenimiento del caballo y de la armas, cada vez más perfeccionadas y costosas, presupone un poder adquisitivo superior al de la masa de los habitantes de la aldea que queda excluida del acceso a la caballería.

Por su función, estaban exceptuados del pago del tributo, situación que ofrecía múltiples oportunidades de ampliar la fortuna. A esto se sumaba el control de amplios territorios sobre los que percibían rentas de la tierra, como otras percepciones provenientes del derecho de mando (portazgo, montazgo, multas, etc).


En términos generales, durante toda la Edad Media los caballeros establecieron relaciones de vasallaje con el rey o Dominus del señorío. Cuando un noble se convertía en vasallo de un castellano, en primer lugar, establecía un compromiso de fidelidad y de homenaje. Se realizaba en un lugar específico, la torre del homenaje del castillo del señor. Consistía en una doble promesa verbal y gestual, ante libros o reliquias sagradas, mediante una serie de gestos ritualizados y codificados: en primer lugar, la investidura durante la cual el rey o señor entregaba a su futuro vasallo un objeto que representaba la tierra, y el homenaje, durante el cual el vasallo besaba la mano del rey como símbolo del compromiso asumido. El vasallo se arrodillaba, colocaba sus manos en posición orante y declaraba: «Me hago vuestro hombre». El señor cerraba las manos sobre las de su vasallo en señal de aceptación

En el vínculo con el señor, los fieles se comprometen a cuidar el castillo un mes al año y se comprometen a no combatir, durante los once meses restantes, contra el que esté de guardia (Auxilium). También asumen la crianza de los hijos del señor en caso de que este muera y se comprometen a asistirlo mediante el concejo cada vez que éste lo requiera (Concilum). A cambio el señor otorga un beneficio material (tierras, rentas y poder político) a los fieles.


Juramento de vasallaje (Jaime I).


La nobleza estaba conformada por los nobles o señores feudales. Eran un grupo pequeño y exclusivo, aunque existían jerarquías entre sus integrantes. Su principal actividad era la guerra. Como ya fue señalado, por medio de ésta buscaban obtener prestigio, tierras y riquezas.

Estas actividades fueron justificadas por medio de un conjunto de creencias que cristalizaron en la mentalidad señorial. Un importante componente de la cosmovisión de la clase dominante del periodo se fundaba en la idea de que la posesión dependía de la fuerza.


La fuerza conservó el valor de una instancia decisiva en la concepción señorial de la vida, y sobre la excelencia de ese valor se construyó la imagen del barón heroico (ideal de origen germánico). Éste, probaba la calidad de su ánimo arriesgándose en la hazaña inaudita con el corazón alegre. El exaltado Bertrand de Born describía sin recato su experiencia vital de combate: “Os aseguro que no es tanto de mi gusto comer, beber o dormir, como cuando oigo ¡A ellos! […] y oigo relinchar a los caballos sin jinetes […] y oigo gritar ¡auxilio! ¡auxilio!, y veo caer a grandes y a pequeños por los fosos en el herbaje […]”. El barón no se sentía realizado en la sociedad sino en el esfuerzo individual. Era solitario, y su residencia era un castillo casi sin aberturas. El barón, celoso de su gloria, no reconocía en última instancia otra autoridad que la que consagraba la fuerza y la victoria: “Vale más morir que sobrevivir vencido” decía el fiero Bertrand de Born, porque la derrota consagraba la dependencia y era testimonio de inferioridad.

Junto a la mentalidad baronial, la certeza de haber alcanzado una segura situación de hegemonía en el seno de la sociedad estable desencadenó en el seno de la aristocracia terrateniente y militar el deseo de gozar intensamente de la vida. El sostenido control de poder económico, político y social reforzó la convicción de que su rango no sólo estaba consolidado sino que era, además, reconocido como legítimo. Fue la progresiva desaparición de las preocupaciones por la conquista de la tierra, del prestigio y del poder, así como el desarrollo de la nueva riqueza, lo que permitió el pausado deslizamiento de la aristocracia desde una concepción baronial hacia la concepción cortes de la vida (de origen francés). Las nuevas generaciones de la vieja aristocracia terrateniente y militar descubrían que podían comenzar a deponer las armas para entregarse a los goces de la vida de corte. Parecía que la vida no debía jugarse en una aventura temeraria y sin esperanzas, y ese pensamiento comenzó a difundirse entre quienes sabían que en la paz los esperaba una vida noble, rica en satisfacciones y goces. Frente al ideal del barón que se realizaba exteriormente en la hazaña, la cortesía erigió el ideal del hombre que se realizaba interiormente en el goce.


Entre los nuevos valores, el de alcanzar el estado de plenitud amorosa se consideró el más sublime. El amor pareció un absoluto. El ideal de comportamiento de un caballero con una mujer era el amor cortés. El hombre debía ser humilde y fiel servidor sin esperar nada a cambio. El caballero debía demostrarle su amor realizando duras pruebas y sufriendo. Sin embargo, al mismo tiempo, la cortesía obligaba a recubrir los impulsos con una máscara de moderación. Los enamorados debían saber lo que es amor y debían comportarse de acuerdo con lo que la cortesía afirmaba que lo era. Actos y palabras debían ser testimonio de la devoción del caballero por la dama, evitando que se trasluciera la vivacidad del deseo. Prenda de refinado amor era en el caballero sufrir por aquella a quien amaba, empeñar batalla contra quien osase negar que era superior a cualquier otra y celebrar públicamente sus virtudes.


La Corte Medieval & Caballeros Nobles


El legendario ejemplo de la corte del Rey Arturo, con los obsequios que había hecho a los invitados que asistieron a la fiesta de coronación, mostraba que cortesía, riqueza y generosidad estaban indisolublemente unidas en el espíritu de quien quería gozar de una existencia noble.

La corte, en el ámbito de un castillo señorial, fue el escenario propio de las nuevas formas de convivencia. Un señor que aspiraba a que se difundiera la fama de su riqueza, su generosidad y su cortesía, debía tratar de que se reuniera a su alrededor el más brillante acompañamiento imaginable de damas y caballeros. El legendario ejemplo de la corte del Rey Arturo, con los obsequios que había hecho a los invitados que asistieron a la fiesta de coronación, mostraba que cortesía, riqueza y generosidad estaban indisolublemente unidas en el espíritu de quien quería gozar de una existencia noble.

La corte brillaba particularmente en ciertas circunstancias cuando se realizaban fiestas importantes en las que podía ostentarse el más esplendoroso lujo y hacerse alarde del más alto refinamiento. La coronación del rey solía ofrecer la oportunidad para la más fastuosa de las fiestas porque al lujo de la corte y a la ostentación mundana se agregaba la solemnidad de la ceremonia religiosa. Armar caballero al hijo de un rey podía también ser la ocasión de un gran encuentro. Las bodas eran largamente celebradas. Quince días duraron las de las hijas del Cid con los infantes de Carrión. Había en las bodas corridas de toros, y en todas, justas y torneos, largos y bien servidos banquetes, obsequios diversos generosamente distribuidos, y sobre todo, entretenimientos que ofrecían los juglares que cantaban y tocaban el arpa y la viola. Otro pasatiempo habitual de la nobleza consistía en salir de caza por los bosques de los alrededores del castillo. En estas cacerías empleaban perros y halcones entrenados para acorralar y atrapar zorros, jabalíes, osos, ciervos, liebres y aves.



Corte medieval.


El caballero medieval en su función militar


Los nobles tenían que estar siempre dispuestos para ir a la guerra; por ello, entrenaban continuamente. Una de las formas más comunes de entrenamientos eran los torneos, combates entre nobles montados a caballo y armados con largas lanzas

El comienzo de la preparación militar comenzaba desde edad muy temprana. Los hijos de los nobles, desde pequeños, en el castillo de algún otro noble servían, primero como escuderos, y cuando cumplían la mayoría de edad y habían aprendido distintas técnicas de combate, tras una ceremonia, eran nombrados caballeros. Sus armas eran la lanza, el escudo, la espada y la maza.

Los nobles tenían que estar siempre dispuestos para ir a la guerra; por ello, entrenaban continuamente. Una de las formas más comunes de entrenamientos eran los torneos, combates entre nobles montados a caballo y armados con largas lanzas.

Una vez que eran llamados por el señor para asistir al campo de batalla, debían alistarse lo más pronto posible. La preparación del caballo y de su equipo militar era lo más importante. Una vez en el campo de batalla, los caballeros lucharon contra los invasores, luego se enfrentaron entre sí por el control de las tierras y, también contra los infieles, es decir contra aquellos que no pertenecían a la fe cristiana.

En el caso de España, la invasión musulmana del siglo VIII precipitó un proceso de reconquista que duraría varios siglos. En este contexto, la caballería cumplió un papel preponderante en la reconquista, obteniendo importantes beneficios a través de la ocupación de tierras como del reparto del botín sobre el Al-Ándalus. En particular, resultó determinante en el ámbito de la península española la expansión militar, cuyo objetivo era el control de nuevas y más amplias zonas de pasto para las actividades ganaderas.


Caballero medieval.


El equipo personal o armadura de un caballero medieval estaba compuesto de los siguientes elementos:

Casco o yelmo: Hasta el siglo XI, los caballeros medievales se protegían la cabeza mediante el uso de cascos. Recién en el siglo XII se empezó a adicionar una celada para proteger el rostro, tanto de golpes del atacante como de astillas de lanzas rotas. Al mismo tiempo, servían para aumentar la ferocidad del caballero frente a la tropa enemiga. De allí, sus formas cada vez más elaboradas.



Evolución del casco medieval (1150-1300).


Cota de malla: Armadura de hierro, cobre o bronces. Se unían anillos metálicos hasta formas una especie de camisón.

Guardabrazos: Los guardabrazos, para proteger la parte superior del brazo.

Sobrevesta: Para combatir el efecto del calor, y sobre todo como adorno, a partir de la segunda cruzada, empezó a usarse una sobrevesta o cota de armas sin mangas a la que


ceñía el talabarte, por donde pendía la espada. Pronto esta sobrevesta, al igual que el casco y el escudo, se adornó con signos y figuras que servían de distinto al caballero, y que posteriormente tendría una significación heráldica (el escudo de armas). Evolucion del Casco Medieval



Codal y brazal: Como sus nombres lo indican, cubrían el brazo y el codo.

Guantes y escarpe: Cubrían las manos y el empeine del pie de un caballero respectivamente.


Quijote: Protegían los muslos.

Greba: Pieza de la armadura que cubría desde la rodilla hasta la base del pie.


Espada: El arma de caballería más importante es la Espada. Está constituida por tres partes: Hoja, empuñadura y pomo. Hay de varios tamaños y formas. La más habitual mide de 90 cm a 1'30 de largo, de 7 a 9 cm de ancho y pesa unos 2 kg. Sus filos son duros y se utiliza como arma de corte, para golpear al adversario. Las más grandes son para la lucha a pie. El estoque es más corto que la espada, hería por la punta. Se llamaba misericordia a un puñal para dar el golpe de gracia al enemigo. La empuñadura es la parte de la espada con adornos más ricos, tiene forma de cruz. El pomo tiene forma de disco de 6 a 10 cm de diámetro; puede ser de algún metal precioso y en los cantares de gesta sirve como relicario, guarda reliquias de algún santo. Es la más noble de las armas, la heredan los hijos o ahijados del caballero. Los héroes épicos tienen su espada con un nombre. Se lleva colgada a la izquierda en la vaina que es de madera cubierta de piel. La más grande, para combatir a pie, la lleva el escudero. El estoque se lleva colgado a la derecha.




Lanza: la llevan los guerreros a caballo y lo peones a pie. Es de asta (madera generalmente de fresno) y hierro en la parte inferior, permite clavarla en el suelo. En el otro extremo se halla hundido y, a veces, cubierto de piel para poner la mano. Mientras se camina se lleva en posición vertical. En combate servía como jabalina en el siglo XI, posteriormente eran más

largas y se llevan bajo la axila o encima del hombro, a la altura de la cabeza o de la cintura, en posición horizontal u oblicua. Su medida alcanzó de 3 a 5m. En la lanza se llevan diferentes trozos de tela con los emblemas del caballero: El gonfalón es rectangular y terminado en varias puntas; el pendón, rectangular que lleva el escudo de armas, lo porta el jefe de los guerreros y sirve para reagruparse en la batalla. Quienes no son jefes llevan el estandarte: estrecha pieza triangular con los colores del su señorío.



Ballesta: El ejército de ballesteros va a pie, detrás de los caballeros y los peones con lanzas. La ballesta es frecuente desde la segunda mitad del siglo XII; la Iglesia la prohibió por demasiado mortífera, durante mucho tiempo. Está construida con un pequeño arco rígido fijado a un soporte de madera. La flecha es más corta y ancha que la del arco. Algunas están provistas de un estribo para pasar el pie y facilitar el arrastre de la cuerda, que se tensa con las dos manos y se sujeta a una ranura hasta el momento del disparo.



Maza: de asta de madera con un una esfera de puntas en un extremo.

Arco: puede ser de madera o metal, su tamaño entre uno y dos metros y lanza una flecha, de unos 90cm, a una distancia que puede superar los 200 metros.

Escudo:

El escudo medieval era un arma defensiva. Estaba principalmente constituido de:

Umbo. El umbo era la pieza que se coloca en la parte central externa de los escudos, para dar un carácter ofensivo a dicha arma diseñada inicialmente con fines defensivos.

Enarmas. Eran las correas de cuero de agarre unidas a la parte posterior de los escudos.

Tiracol. Eran las correas de cuero que a veces iban provistas de cinturón que servían para portar los escudos.

Contera. Era la púa situado en la parte inferior que servía para reforzar los bordes y en algunos casos para clavar el escudo.



Refuerzos radiales. Eran los refuerzos de metal alrededor del escudo que mejoraban su resistencia. La primera pieza que debía colocarse un caballero al ponerse una armadura medieval era la cota de malla (colocada debajo del yelmo) Después de la cota de malla se ponía el gorjal. A este se le unían la coraza y los guardabrazos. La zona de las piernas se comenzaba a montar por los pies. Las piezas se iban sujetando entre ellas por medio de correas, ganchos, tuercas y clavos. Al finalizar de montar toda la armadura, su peso final era de unos 30 o 40 Kg., e incluso más. A causa de esto el caballero no podía moverse con toda la libertad posible, este caballero sería prácticamente insuperable pero por otra parte también inamovible. Para montar toda la armadura el caballero necesitaba de un escudero que le ayudara a vestirse y desvestirse, y a colocarse en el caballo. Éstos además de ser sus compañeros asiduos eran sus sirvientes, y les limpiaban la armadura y las armas y custodiaban sus bienes y pertenencias, e incluso llegaban a dormir en su puerta como guardián. También les curaban las heridas, y en el caso de que el caballero muriera ellos eran los encargados de hacerles un entierro apropiado.

Un caballero con armadura medieval en un caballo era casi imposible de vencer o derrotar, pero si este se caía al suelo, sería un contrincante muy fácil de abatir, ya que pesaba tanto que le sería casi imposible levantarse y moverse con facilidad.


El uso de la armadura medieval fue cayendo en declive, ya que con el invento de la pólvora la armadura dejaba de tener la utilidad por la que se había creado, para los combates cuerpo a cuerpo, lo cual deja de hacerse con este nuevo invento, donde se guardan las distancias. La pólvora fue descubierta en el siglo XI en China, pero la usaban únicamente para fuegos artificiales o similares. Los europeos fueron los que descubrieron y desarrollaron usos más destructivos. A principios del siglo XIV apareció la primera arma de pólvora, esta era un cañón que proyectaba lanzas, posteriormente se empezaron a utilizar balas de piedra y de hierro.






Para combatir también se usaban caballos con armadura, para poder defenderse de los ataques de los combatientes, en el siglo XII algunos caballos ya iban dotados de armadura o barda. Las piezas utilizadas para la armadura del caballo eran de forma y aspecto muy parecido a la de los caballeros. Primero se empezó a usar el cuero, luego la malla y finalmente los metales. Las armaduras para los caballos eran muy diversas, de distintas formas y estilos, llegando incluso a ser más bonitas que las de los caballeros medievales.

Algunas de las piezas de la armadura del caballo eran:

- La testera, para resguardar la cabeza del caballo.

- La capizana, para la protección del cuello.

- La pechera o petral, para resguardar la parte del pecho, en esta pieza se solía poner el emblema heráldico

- Las flanqueras, para resguardar la zona de los costados.

- Las bardas o gruperas, para proteger la grupa o parte trasera del caballo.

- También podríamos nombrar el arzón, que es la parte que se une a la silla de montar, aunque su función consistía más para resguardar al caballero que al caballo, se trataba de que el caballero no tuviera golpes por lanza en la zona genital.




La pólvora fue descubierta en el siglo XI en China, pero la usaban únicamente para fuegos artificiales o similares. Los europeos fueron los que descubrieron y desarrollaron usos más destructivos


REDACCION E INVESTIGACION; Cristian Lovotti (cristianlovotti@yahoo.com.ar)

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